Lavar el filtro es una práctica de mantenimiento muy simple.
Primero, remueve el filtro y enjuágalo en agua fría hasta que el agua vuelva a verse limpia.
Luego, deja secar el filtro en un lugar cálido por al menos 24 horas.
Asegúrate de que el filtro esté totalmente seco antes de volver a ponerlo en tu aspiradora.